7.3.10


Parado con su "45", su gorro cowboy y su reloj. Mira la hora a lo malo, el ceño fruncido, 
todo un señor. Se comenta en el pueblo, tenía más vidas que un gato siamés, nunca se 
encuentra en problemas, acompañado de su amiga fiel.
Las muchachas del pueblo sueñan con robarle el corazón, y a él, que tanto le cuesta, 
siempre aprovecha la ocasión. Montado a su pingo cabalga la senda de la oscuridad, del 
faso, el alcohol, las mujeres, y sobre todo del azar.
Y suele jugarse la vida al póker con la muerte, partida y revancha, no necesita el bueno, 
siempre la gana con esperanza. Y con la calidad del buen jugador ganaba dándole changüí, 
y con las chirolas ajenas recorría los bares de por ahí.
Nunca supo bien lo que era respetar la mujer del prójimo, y si alguien se retobaba de 
toque sabía que era el próximo. Hasta que un día un tío se enfadó, y el cargador le 
vació, por supuesto fue de espaldas, nadie era más rápido que el señor.
No se recomienda caminar por la calle principal del pueblo de valientes vaqueros, donde él 
solía habitar. Porque no se sabe si su alma enfadada aún ronda por ahí, lo que sí se 
sabe es que a él y su sombra nadie podrá combatir.
Porque solía jugarse la vida al póker con la muerte, partido y revancha, no necesita el 
bueno, siempre la gana con esperanza. Y con la calidad del buen jugador ganaba dándole 
changüí, y con las chirolas ajenas recorría los bares de por ahí.
 
 

Las pastillas del abuelo ♥
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario