3.3.10

"Es necesario correr riesgos, decía. Sólo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado.
Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. Todos los días tratamos de finjir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana. Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el istante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros. 
La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desiluciones..., pero todo es pasajero, y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fé.
Pobre del que tiene miedo a correr riesgos. Porque ése quizá no se desepcione nunca, ni tenga desiluciones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar atrás -porque siempre miramos atrás- oirá que el corazón le dice: '¿Qué hisiste con los milagros que Dios sembró en tus días?, ¿Qué hisiste con los talentos que tu Maestro te confió? Los enterraste en el fondo de una cueva, porque tenías miedo de perdelos. Entonces, ésta es tu herencia: LA CERTEZA DE QUE HAS DESPERDICIADO TU VIDA.'
Pobre de quien escucha estas palabras. Porque entonces creerá en milagros, pero los intantes mágicos de su vida ya habrán pasado..."


Paulo Coelho.

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