-¿Cuál es la mayor mentira del mundo? -indagó, sorprendido, el muchacho.
-Es ésta: en un determinado momento de nuestra existencia, perdemos el control de nuestras vidas, y éstas pasan a ser gobernadas por el destino.
Esta es la mayor mentira del mundo.
-Conmigo no sucedió esto -dijo el muchacho-. Querían que yo fuese cura, pero decidí ser pastor.
-Así es mejor -dijo el viejo-, porque te gusta viajar.
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